miércoles, 11 de abril de 2012

The right time at the right place

Quiero escribir esto antes de que el tiempo borre el recuerdo, el cinismo arraigado en mi cerebro lo termine desvirtuando y la amargura de todos los días me termine sacando el buen gusto de la boca, de hecho, ya lo hizo un poco, pero bueno, no tuve la posibilidad de escribirlo antes.

Hoy, o mejor dicho ayer, vi un milagro, sí, un milagro. Algo tan imposible, con tan pocas probabilidades de que suceda que realmente me siento honrado de haber sido testigo de algo tan bello, y hasta me considero él único, salvo por los dos personajes involucrados, claro está. Estar en el lugar y momento justo para verlo fue simplemente… magnifico.
El hecho en sí consiste en algo simple, simple pero a la vez completamente hermoso.

Ayer fue un día común, no me había pasado nada excepcional, pero sin embargo estaba de buen humor y el día estaba lindo, templado, sin mucho Sol para molestar, así que mientras salía del Colegio de Escribanos y volvía a la oficina decidí parar en un elegante bar de recoleta porque, bueno soy un cholulo y soy un tipo elegante.
Estaba sentado en las mesas de afuera, tomándome un café, hubiese sido mejor si hubiese sido un delicioso café, pero era normal, mientras escuchaba música y me fumaba un pucho. Recorriendo con la vista el horizonte me cruzo con un pibe con uniforme de colegio privado y que no tendría más de trece o doce años. Ahora el muchacho era todo lo opuesto a un fachero, imagínense el gordito, el fracasado de la clase, al que todos lo gastan, feo como una ostra y [permítanme la denigración étnica, ya que agrava mi punto] boliviano, con el pelo como Carlitos Bala, el casquito. Si hubiese tenido lentes la hacía completa.
Al principio mucha importancia no le dí, pero como estaba parado en la calle mirando al suelo lo primero que sentí, claramente, fue “¿qué le pasa al gordito?” y me reí mentalmente, tanto de él como de lo forro que soy en realidad. Pero el pibe comenzó a caminar y veo que a unos metros había una chica, más o menos de la misma edad supongo, rubia platinada, muy flaquita y bonita, todo lo opuesto al pibe digamos. Este último la alcanza y le dice algo. No me avivé a sacarme los auriculares, aunque igualmente no iba a escuchar nada entre el transito y la distancia, y francamente el misterio de qué le dijo hace todo aún más genial, pero volvamos a estos dos chicos: Estando ambos frente a frente el gordito le dice algo, no tengo idea de qué y nunca lo voy a saber, pero luego se queda mirando al suelo, como arrepentido y acá es cuando comienza la magia… La piba se ríe, no en tono burlón sino como un “ay, tontis!” y le encaja un beso! Un piquito nomás, pero señores y señoras, el boli, el tipo más feo que la mierda se consiguió un beso de la rubia!
De más esta decir que yo estaba pero completamente ido, me volaba la cabeza, quería tirar fuegos artificiales por el pibe, obviamente todo en mi mente, en realidad seguí sentado y completamente quieto, con mi vista clavada en ellos dos. Amagué a sacarles una foto pero después me di cuenta de que no sólo la foto iba a ser de mala calidad sino que no iba a ser lo más socialmente aceptado.

Y para rematarla, luego de unos segundos ambos se fueron caminando tomados de la mano. Los seguí mirando hasta que un edificio se me pusó en medio, creo que si hubiese habido un paisaje de un horizonte con el Sol al atardecer me explotaba la cabeza en ese mismo lugar.
Y bueno, eso fue lo tan maravilloso que vi, el milagro, pero como con todo, ya surgen las cosas que automáticamente todos me van a decir y que lamentablemente yo también ya estoy pensando… Y sí la mina en realidad era también horrible, o la fácil de la clase, ya era la novia del pibe? Con eso me refería a que el cinismo termina matando estos hermosos momentos, sin embargo por un breve lapso de tiempo lo único que registraba en mi mente fue lo que vi con mis ojos y los pequeños baches de incertidumbre los rellene con la versión más idealista y perfecta que podía encontrar en mi imaginación, pero no me importa, porque para mi fue algo tan magnifico que pude saborear cada segundo de tan impensable situación.


Estoy hecho un maricón, últimamente, eh?